domingo, 12 de enero de 2014

Meditación - Dhyana

EL CONTROL DE LA MENTE
MEDIANTE DISCIPLINAS BASICAS
La gente se ocupa de cultivarse en diferentes formas, pero
la más importante de todas es el cultivo de las experiencias
espirituales. Toda cultura está basada en el cultivo del
espíritu. Este es el rey de las culturas. El rey legisla, pero está
más allá y por encima de las leyes. Así también, toda ley
y reglamento, toda distinción entre lo bueno y lo malo, entre
el pecado y la virtud, entre la alegría y la pena, afectan solamente
al individuo, que le atribuye importancia a las inexpertas
mentes e intelecto y no al Alma. Así que el cultivo de
la experiencia del Alma es esencial para todos, es convincente
y autotrascendente. También es fácil, ya que el Alma
es la madre de todo y escucharla es tan natural como el hijo
escuchando a su madre. Todos tienen la capacidad de experimentar
esto; más aún, todos tenemos el derecho a ello. Por
eso doy tanta importancia a la disciplina del Alma. El Alma
es conocida también como Brahma (el Eterno), así que el
estudio o aprendizaje del conocimiento del Alma o conocimiento
de Brahman, debe ser considerado como el objetivo
por todo estudiante.
Los estudiantes deberán ganarse algunas capacidades
fundamentales; sólo entonces merecerán el status de estudiantes;
ellas son: discernimiento, renunciación y las seis
cualidades que constituyen un buen carácter. Los aspirantes
poseedores de ellas pueden esperar confiadamente y sin
mayores dificultades alcanzar el Alma.
El Alma Suprema tiene seis características principales:
la más completa sabiduría, el más completo desapego, la
belleza absoluta, el esplendor absoluto del poder, la fama
irreductible y la inagotable fortuna. Su naturaleza es Existencia
Absoluta (Sat), Conocimiento Absoluto (Chit) y Bienaventuranza
Absoluta (Ananda); éstos se relacionan con el
hombre a través del Alma que hay en él. Por lo tanto, la humanidad
entera tiene el derecho de realizar y disfrutar de estas
circunstancias y de esta naturaleza. Es el deber señalado.

Las tribulaciones del mundo actual se deben al no cumplimiento
de ello por el hombre.
El hombre común está actuando en su vida diaria de forma
contraria a los códigos de conducta dictados por el padre
de familia, no sigue el sendero establecido por los
Sastras (Escrituras religiosas de la India) y el Manusmrithi
(Código social recopilado por Manu). La Verdad es la virtud
más sagrada, pero él, llevando una vida muy primitiva, pierde
el valor ante el menor contratiempo y renuncia a la aventura
de la vida; desarrolla una especie de seudorrenunciación.
Si entrara en la vida del devoto laico con la actitud de
llevar a cabo su deber, entonces no tendría necesidad de
huirle buscando cuevas y bosques donde esconderse. Cada
uno puede realizar al Señor en lo que le ha tocado como su
deber, dentro de su obligación personal.
La contemplación del Señor debe realizarse en unión con
el correcto modo de vivir (vida dhármica). Este tipo de vida
no necesita de un status determinado, ni de la erudición ni
de la vanidad, que sólo extravían al hombre. Unicamente a
través de una vida parecida se pueden controlar la mente y
el intelecto, cultivar la conciencia de la realidad del Alma y
sublimar la voluntad.
Para que el Alma sea realizada en nosotros es esencial
poseer un buen carácter; es decir, todas las tendencias negativas
deben ser desarraigadas. Así como un ejército se desalienta
y se rinde cuando su comandante cae, el ejército de
las malas cualidades se rendirá tan pronto como el egoísmo
sea destruido, porque todas éstas son originarias del reino de
la cólera, y si se devasta esa región, sus soldados ya no podrán
recuperarse jamás. Aunque lo anterior sea lo único que
se logre, será suficiente, porque ¿qué podrá hacer el comandante
de las acciones sin que ni siquiera un soldado obedezca
sus órdenes? Por eso, todos los esfuerzos deben ser dirigidos
contra el reino de la cólera, para que ningún comandante
pueda aventurarse a soltar la jauría guerrera. Que cada
aspirante espiritual preserve la paz de esta región de su
mente, deteniendo el levantamiento de estos soldados y su
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comandante. Que cada aspirante se regocije siempre bajo la
sonrisa del soberano, el Alma.
La destrucción de las agitaciones y perturbaciones de la
mente es la condición que debe anteceder a una audiencia
con ese soberano. Su sala de recepción tiene ocho puertas
que se han de atravesar antes de ser recibidos: autocontrol
(yama), control de la mente (niyama), postura o manera de
sentarse (asana), respiración (pranayama), abstracción de
los sentidos de los objetos externos (prathyahara), concentración
(dharana), meditación interna (dhyana) y arrobamiento

extático completo (samadhi).
Una vez que la mente se ha llegado a controlar mediante
el dominio de estas ocho disciplinas, la voluntad se podrá
mejorar fácilmente. La voluntad es la naturaleza del Señor;
también, se le alude como el designio del Señor. El Señor,
por su sola voluntad, puede hacer fácil y rápidamente cualquier
cosa, pero el hombre no puede realizar su voluntad tan
pronto como ésta surge. El poder de la voluntad es el factor
decisivo. En el hombre, la voluntad no es tan avasalladoramente
fuerte; pero si llega a adquirir este poder, éste será
equiparable al del Señor. Tal es el significado de la fusión. La
fusión es posible a través de la meditación.
De las ocho puertas que mencionamos anteriormente, la
meditación es la séptima y el samadhi, la octava. La meditación
es el camino real hacia ese éxtasis.
Algunas personas confunden “voluntad” y “deseo”, como
si no hubiese diferencia alguna entre los dos. Esto es una
idea muy equivocada. El deseo está relacionado con las costumbres
adheridas en la mente. La voluntad está relacionada
con la característica fundamental del Alma. Deseo significa
ansiedad por obtener algo, voluntad es la determinación de
obtenerlo. Ambos se basan en la cultura moral del individuo.
El deseo y la voluntad pueden sublimarse una vez que se
cultive el Alma. Si ellos se cultivan sin tomar en cuenta el
punto de vista del Alma, las fallas y faltas de la mente se
confundirán con el objeto de la voluntad y el deseo.
El escalón más bajo puede ser visto desde el más alto, y
no a la inversa. Así que uno debe esforzarse por ascender
escalón por escalón, cada vez más alto; es decir, del cultivo
del Alma al cultivo de la voluntad y de ahí, al de la conducta
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SOBRE LA MEDITACION - DHYANA YOGA - 31 -
moral. Entonces, el goce de la Bienaventuranza del Alma se
hace muy fácil y natural.
Mientras un bebé es incapaz de caminar, su madre lo estimula
a dar unos pocos pasos dentro de la casa, y más adelante
le permite salir al camino. Pero ¿qué sucedería si lo pusiese
primero en una carretera? ¿Cómo podría él aprender?
Y además, ¿cómo manejaría los peligros de ésta? De modo
que también los factores internos deben ser fortalecidos primero;
después los externos, como la conducta moral, etc.,
se harán más fáciles. La moral que no está basada en una
elevación interior no estará profundamente asentada. De ahí
que sea fundamental cultivar una actitud hacia el Alma.
El objetivo de la disciplina espiritual es la eliminación del
motivo, el deseo, el apego, la ansiedad por el fruto. Habiendo
entendido esto claramente, el aspirante no deberá ceder
ante el desaliento, la abulia, ni sentimientos de fracaso o
duda. Debe ser paciente y sobrellevar las cosas con fortaleza.
El aspirante espiritual debe, por consiguiente, fomentar la
fe, la actividad y la alegría dentro de sí mismo, teniendo
siempre presente el gran resultado que tendrán sus esfuerzos.
Deberá desechar enérgicamente todas las dificultades y
las tentaciones. Ya que éstas duran poco, son débiles, y pueden
ser superadas con facilidad y cierta paciencia. Si la persona
que aspira al progreso espiritual no permanece paciente
y vigilante, todo el éxito que haya obtenido se podrá esfumar
en un momento de descuido.
Los aspirantes espirituales, yoguis y aquéllos que han renunciado
a todo, deben ascender por una escalera cuyos
peldaños son: argumentación y no argumentación, análisis y
no análisis, concordancia, etc. El conocimiento de este mundo
no es conocimiento real. Es conocimiento relativo o de lo
irreal. El Conocimiento de lo Eterno Absoluto es el verdadero
conocimiento real. Este se adquiere por medio de la meditación.
El fuego de la disciplina de la meditación reducirá a
cenizas las estériles actividades de la mente. Inmediatamente
después, el Conocimiento de lo real surgirá repentinamente
como un relámpago y su brillo constante ya nunca
se apagará.
Para aquéllos establecidos en el Conocimiento (Jñana)
real no hay pasado ni futuro; todos los tiempos son presente

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para ellos en el momento preciso de la experiencia. Así como
es necesario el jabón para la limpieza externa del cuerpo,
para limpiar la mente es necesario: la repetición del
Nombre del Señor, la meditación, el recuerdo del Señor en
todo momento, etc. Así como la comida y la bebida son indispensables
para el vigor físico, la contemplación del Señor
y la meditación en el Alma son necesarias para fortalecer la
mente. Sin el alimento y la bebida, uno se tambalearía de un
lado a otro. Mientras las olas agiten la superficie, el fondo del
mar no será visible. Cuando las olas del deseo agitan las
aguas de la mente, ¿cómo podremos ver el Alma, que yace
en su base? El tambaleo que origina el oleaje es, a su vez,
causado por la necesidad de comida y bebida. Por lo tanto,
alimentemos la mente con la contemplación del Señor, limpiémosla
con la meditación en el Alma; porque solamente la
meditación y la práctica espiritual pueden limpiar las profundidades
de la mente e infundirle valor. Sin la pureza y la fuerza,
el Alma retrocede. La paz escapa del hombre y la inquietud
se establece firmemente.
LO VISIBLE ES TRANSITORIO; ASI SE
PERCIBE A TRAVES DE LA MEDITACION
Cuando los individuos andan errando sin rumbo sin conocer
el camino en tierra extraña y llega alguien para dirigirlos
por el camino correcto, no solamente se ríen de él y lo
denigran, sino que se acarrean más confusión y ruina. Pero
hoy en día el hombre ha hecho un hábito el corromper el
Amor de estas encarnaciones divinas, para convertirlo en
veneno a través de su ignorancia sobre la labor servicial que
tales guías han venido a desempeñar. El amor y la destrucción
nacen del mismo lugar. ¡Observen! El mismo mar que
produjo gemas, la luna, el néctar y la diosa de la riqueza,
también produjo el veneno destructor del mundo. Bajo estas
circunstancias, el hombre debe —como Sri Narayana (Señor
Dios)— aceptar lo bueno y auspicioso; de otra manera no
podrá tener ni el néctar ni a Lakshmi, la Diosa de la Fortuna.
Los heroicos y aventureros, como Shiva, pueden tomar el
veneno como su recompensa. Este mar de la vida (samsara)
que es transitorio, turbulento a causa del oleaje de la alegría
y el dolor, sólo podrá ser cruzado por aquéllos que posean el
irreductible deseo por alcanzar la esencia de la Bienaventuranza.
Los demás se hundirán.
La capacidad para superar los gunas (atributos de la
materia) de la naturaleza (prakrithi) no es inherente a cualquiera.
Nos llega con la gracia del Señor, y esta gracia se
debe ganar por medio de la repetición del Nombre del Señor
y la meditación. Desde el principio se debe entender claramente
esto: controlar las tendencias de la naturaleza es imposible
para todo el mundo. Solamente aquéllos que tienen
dominada su naturaleza y cuyas órdenes ésta obedece, tienen
tal poder. La naturaleza (prakrithi) es la base de todo en
el Universo. Es la base de la Creación y de la existencia:
hombres y mujeres, bestias y pájaros, árboles y plantas; to-
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dos ellos son naturaleza. De hecho, todo lo visible es inseparable
de la naturaleza. En esta naturaleza interminable, el


elemento activo es el Señor. Esta verdad debe ser experimentada
para que no pueda escapar de la conciencia, y la
disciplina necesaria para conseguirla es también la repetición
del Nombre del Señor y la meditación. La naturaleza es
como el océano: aun cuando se agite levemente, gran número
de seres vivientes serán destruidos. Cuando el mar
apenas se encrespa, los barcos que lo navegan son sólo cascarones
huecos. En ningún momento podemos cruzar el mar
por obra de nuestro propio esfuerzo solamente. La gracia del
Señor es esencial; entonces, oremos por esa balsa, y habiéndola
obtenido, podremos alcanzar la orilla en un instante.
En este mundo todo es efímero y transitorio. Lo que hoy
está aquí, puede no estarlo mañana. Entonces, si deseamos
pedir algo con todo corazón, busquemos al Señor, que nunca
se rehúsa. Sin embargo, si pedimos descendencia, riqueza
y confort, sufriremos una congoja inexpresable en el momento
de ser llamados a dejarlo todo y partir. En ese momento
nos lamentaremos: “Oh, ¿para qué he amado tanto si
ahora debo llorar con dolor tan profundo?”


(sobre la meditación . Sri Satya Sai Baba)




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