jueves, 20 de febrero de 2014

Luz en la oscuridad

No es fácil llegar a un estado donde se está en comunión con todos los seres humanos, es algo difícil y doloroso esto, requiere cierta armonía, porque cuando discriminas a alguien o repercute en ti un sentimiento doloroso que te crea otro hay choque y enfrentamiento, esto es una pena porque no es humano, siquiera animal ya que estos lo hacen por naturaleza, pero el hombre creado para dominar la creación siquiera puede dominarse a sí mismo, no llega a conocer el sentimiento de unidad que requiere la vida en Dios y con Dios.
El mismo Evangelio lo dice, "el niño metera la mano en la cueva de la serpiente y esta no lo mordera". Si ésto realmente puediera ser posible, entonces, tras muchos intentos de santidad golpeados por satanás que no es más que la oscuridad del corazón de cada uno de nosotros, entonces podriamos desarrollar relaciones humanas en las cuales aunque nos enfrentemos luego seriamos sanados por la irradiación del Centro Divino, habria paz, no habria discordias y aunque las haya nos nos importaría porque no nos valdriamos de la incoherente razón, quizás matemática que especula más por menos, tan política de por cierto.
Y cuando sientamos que lo hemos logrado todo, que ya somos verdaderamente humanos tendremos que ver atrás, el mal que siempre hicimos, porque no nos lo hicieron los otros, la culpa es nuestra, no logramos nada con odiar al hermano o golpear al otro porque lo peor es que nos sentimos culpables aunque no lo afirmemos conscientemente y esto es porque Dios nos llama al arrepentimiento y la santidad que no la hay en el presente, porque es producto del mal karma que nos lleva a la verguenza, al aislamiento y la soledad. Empezamos a perder
contacto con el Centro Cardíaco y nos enfermamos porque este da vida y hace funcionar con normalidad nuestro Ser e incluso lo contacta con El Ser.

No es justo sentir pasión por la vida cuando se la quitamos o negamos al otro, lo mejor sería que nos apiademos de nosotros primero cuando el otro es negado por nuestro corazón de vida. El Espíritu de amor nacerá cuando no nos resentamos con nosotros mismos en la culpa sino cuando verdaderamente sientamos compasión por nosotros, o, al menos misericordia. Nacerá la paz y la felicidad en todo nuestro mundo alrededor.
Por demás está decir también que de este abandono que nos propicia el resentimiento, es decir volver a sentir el mal aunque por lo general no nos damos cuenta que lo estamos sintiendo porque estamos ocupados o atareados, perdemos contacto con nuestro Dios, sea un Maestro en la tierra, Buda, Jesús o un simple yogui, lo mejor sería realizar actos de bondad con responsabilidad ante un santo y servirlo un tiempo, ver que podemos lograr por él.
Siempre en conclusión es factible que el dolor del otro sea nuestro dolor y más cuando sea nuestra culpa, mientras tanto hemos de seguir mirando adelante, pero sin perder la vista en el pasado, sabiendo que nos odiamos ahora y nos odiamos ayer, para que en futuro se encienda la Vela del Alma e ilumine esos estados oscuros en los cuáles no lo recibimos al otro sino que lo miramos o los miramos con maldad. Así vencerá la luz en el mundo.

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